Linde

Argentina / 2009

Como los países, las ciudades tienen fronteras. Las fronteras urbanas forman parte del imaginario de una ciudad. Tienen un carácter más simbólico que físico, pero no por esta razón su existencia y reconocimiento resultan menos importantes.

En la ciudad de Buenos Aires, una de esas fronteras está dada por el límite con la Gral. Paz, que marca el fin de la ciudad y el comienzo de la provincia. Allí está instalado el mercado boliviano de Liniers, epicentro comercial de la comunidad boliviana de Buenos Aires.

Las imágenes de las personas que cruzan a pie la frontera, y los sonidos ambiente originales, aparentemente carecían de estructura narrativa, sin embargo generaron una acentuación en la percepción sensorial de la frontera que se está cruzando.

La idea era que el espectador quedará inmerso totalmente en el flujo audiovisual, en oposición a lo que ocurre con la experiencia cinematográfica tradicional, que es pasiva, frontal y de carácter narrativo. En este caso, los espectadores se desplazaban en el interior de la imagen.

De esta manera se logró que dos fronteras interactuaran de manera simultánea: por un lado, la frontera Bolivia-Argentina, presente a través de las imágenes. Por otro, la frontera Capital- Gran Buenos Aires.

El tránsito entre los puntos de la segunda frontera, teniendo para ello que insertarse visualmente en la primera, constituye el núcleo de esta experiencia estética.